Mis primeros novietes

A los trece años tenía amigos que venían con mis amigas y conmigo a pasear los domingos por la Calle Mayor, de ellos había uno que siempre quería estar a mi lado, y aunque mis amigas me decían que estaba loco por mí, la verdad es que a mí no me gustaba nada de nada. Pero un día, en la finca donde vivía, fui con el cántaro al aljibe a por agua, y de los hombres que estaban allí contratados, uno muy alto y muy trabajador estaba allí con un botijo para llenar y al verlo me gustó, era muy guapo. Lo mejor es que a él parece que le gusté también ya que desde entonces iba detrás de mí a todos los sitios a los que iba. La primera vez que nos vimos no nos dijimos nada, sólo hola, pero desde entonces él procuraba pasar siempre por donde yo estaba y siempre me decía alguna cosa al verme. Si iba al cine allí estaba él detrás de mí. Así hasta que un día me dijo que quería salir conmigo, éramos dos críos, pero como me gustaba le dije que “bueno”. Ahí empezó todo, y un día decidió pedirle permiso a mi padre para salir conmigo y fue por la noche a mi casa para hablar con él, que es lo que entonces se hacía, y hablaron, pero mi padre no le dio el permiso, le contestó que cuando terminara de criarme entonces lo dejaría entrar en casa. Y así estuvimos hasta que cumplí los quince años, que la verdad, todavía era una niña, y entonces, como ya llevábamos tiempo gustándonos mucho se lo pidió otra vez a mi padre y esta vez le dijo que sí. Así es como fue. El fue mi Ángel.